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martes, 21 de agosto de 2012

DOCENCIA Y DEMOCRACIA por Carmen Espadas



Resulta curioso como algunas imágenes improntan nuestro equipaje vital, instalándose anecdóticamente sin más trascendencia que el recuerdo. En algún rincón de la valija mi mamá preparando arroz; con sistematizado esquema el proceso inicial era invariable, tanto de agua, tanto de sal, tanto de aceite, tanto de tanto tiempo… y después la creación particular. Nunca he probado un arroz más rico que el de mamá.

En cierto aspecto la democracia democrática, aclaro por los tiempos que corren, requiere la composición medular en la receta básica: igualdad, justicia, pluralidad y libertad; lo que viene a ser el aroma de los derechos y obligaciones. Ingrediente esencial y común a cualquier desarrollo creativo: “LA EDUCACIÓN”.

Obviamente el amplio espectro de átomos que la conforman, obligan a un análisis detallado de su relevancia. En la práctica espeleológica me deslumbra, entre otros, un gran diamante: “APRENDER A PENSAR”, que tal vez tenga que ver con el aprendizaje del pensamiento pero no acabo de identificarlo con este, aparentemente, “hermano mayor”. Aprender a pensar se encuentra en la avanzadilla del mecanismo básico de la racionalidad y se convierte en la antesala eterna del crecimiento humano. La llave que abre esta puerta, la educación, nos lleva al universo de las conjugaciones binarias “emoción/racionalidad” con el despertar de la conciencia colectiva y por ello, con todo lo que ésta trae aparejado: macro-universo, multi-diversidad, ciudadanía, microclima, conductas integradas, deseos de derechos, comprensión de obligaciones, dignidad, justicia… Es decir, redimensiona nuestro “yo” abriendo fronteras que nos retan a la alquimia de la fusión del individuo en un hábitat social.

El resorte, una vez accionado, nos sumerge en un mar de dudas y certezas, de valores y normas, de principios y finales…

Dicho así, bien podría entender que no suene “al mejor de los destinos en suerte” y, tal vez, algo de putada sí tenga, pero es, sin duda, la semilla y el producto de la referida democracia democrática. La educación, a través de este despertar, despliega sus innumerables grutas, conduciéndonos –en un buen hacer- al entendimiento cuestionable y cuestionador, a la incorporación de comportamientos que trascenderán el plano individual convirtiéndose en cambios colectivos. La democracia se autoalimenta en sano canibalismo, de lo democrático.

Partiendo de este razonamiento, ante terceros quizá mera hipótesis, me gustaría destacar tres de las mil fichas que saltan:

1. Siendo todos, los oficiantes de esta ceremonia, es inevitable la especial importancia del docente. No hablo de aquél o aquella persona, me refiero concretamente a su dimensión conductora y generadora de futuros; de las vértebras más importantes para el sostén y crecimiento democrático medular. Por tanto, es tarea exigible del político la no instrumentalización deformada de su ejercicio en “pro” del beneficio particular. El daño que ocasiona resulta más lesivo para la sociedad que para un solo individuo, alejando la fe del ciudadano en un eje central de la ciudadanía. Debería, por tanto, el “elemento de poder” –sea cual fuere el cargo de representación comunitaria- recordar en todo momento que su presencia es fruto de la democracia y atentar contra ella es limitar su existencia. Obviamente el político, al igual que la educación, es consecuencia y a la vez motor de la salud y crecimiento de dicha democracia.

2. Cuando damos el paso de acceder a la educación, habida cuenta que su accesibilidad es inherente a la justicia social, trasciende nuestro logro personal al convertirse en un logro social.

3. Privatizar este ámbito es privatizar una parte elemental de nuestra humanidad y, como bien sabemos, el “cuarto de pobre” siempre es más barato que el “cuarto de rico”… No puede ponerse un precio a la risa, sería alarmante; poner un precio a la dignidad es vileza del antipolítico con cargo de político; una muerte lenta que genera pérdidas y disminución de ganancias… si fuera la democracia estimable en dinero.

Y así mi mamá, prepara un rico arroz con la sabiduría del inocente… esta presunción desparece en la manipulación consciente y deleznable del aquél que reparte la ración en la democracia democrática.

PDTA.: 1. Sr. Macri es antidemocrático negar el acceso del estudiante a la pluralidad de ideas y participación ciudadana. 2. Sr. Macri y otros señores, es antidemocrático querer privatizar un derecho… si tasan la enseñanza habrá quienes no podrán ver actos antidemocráticos como la negación referida en el punto uno. 3. Sr. Macri, otros señores y otros más; el idioma castellano no es como el anglosajón, la doble negación no da como fruto una afirmación; antidemocracia+antidemocracia no es democracia. 4. Sr. Macri, los demás y Consejo Escolar de San Fernando si además mienten sobre el foco en cuestión seguimos en la gravedad de su irresponsabilidad democrática.

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