Comenzó el año electoral. No hay militante, dirigente o interesado en la política que no se pregunte, pregunte, intente averiguar o promueva posicionamientos de dirigentes de cara a las PASO y a las generales legislativas de Agosto y Octubre respectivamente.
También el periodismo político, muy distinto del "pago" y del "carroñero", empieza a intentar explicar las maniobras, acciones y posicionamientos de los candidatos en cuestión.
Como una contribución al análisis político, presento en el blog dos notas, a mi juicio muy interesantes, acerca de Sergio Massa, Daniel Scioli y sus candidaturas. Una está escrita por Mario Wainfeld, ex militante peronista en la Capital Federal en los 70/80 y uno de los periodistas que mas conoce del peronismo. La otra está escrita por un jóven periodista platense, Diego Magnani, al cual descubrimos en un Portal de Noticias de la provincia de Buenos Aires.
Por Mario Wainfeld (Extracto de la nota publicada en Diario Página 12- Domingo 17 de Febrero de 2012)
Ocurrió durante la campaña de 2005, elección de medio término en la que la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner se lanzó como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires. Enfrentaba a Hilda González de Duhalde, desataba un cisma en el peronismo. Los resultados fueron tajantes pero al inicio había incertidumbre. Algunos dirigentes justicialistas se definieron prestamente, otros trataban de demorar su decisión, visteando las encuestas.
El entonces presidente Néstor Kirchner “pasaba lista” en uno de los primeros actos en el conurbano. Detectó, entre otras, la ausencia de quien era titular de la Anses, Sergio Massa. Dio una orden a un operador que activó su celular. El hombre le preguntó a Massa dónde estaba. Era un giro retórico: lo importante era dónde no estaba. El operador agregó: “Néstor te quiere tener aquí”. Massa, que tiene un ethos deportivo, llegó a toda velocidad y dejó de flotar a dos aguas.
La anécdota tiene una moraleja, que mantiene pleno vigor. La lealtad a ultranza no es, por decirlo con delicadeza, la característica más notoria de la mayoría de los compañeros dirigentes. Pero hay que saber cuándo pegar el salto, no apresurarse, tener un buen timing. Medir los incentivos, toda una ciencia que regirá también para las elecciones de octubre. Muchos deberán calcular sus pasos, entre ellos (ricorsi de la historia) el propio Massa, que esa vez optó con sagacidad.El entonces presidente Néstor Kirchner “pasaba lista” en uno de los primeros actos en el conurbano. Detectó, entre otras, la ausencia de quien era titular de la Anses, Sergio Massa. Dio una orden a un operador que activó su celular. El hombre le preguntó a Massa dónde estaba. Era un giro retórico: lo importante era dónde no estaba. El operador agregó: “Néstor te quiere tener aquí”. Massa, que tiene un ethos deportivo, llegó a toda velocidad y dejó de flotar a dos aguas.
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GPS activados: Las secciones electorales, sus referentes, los barrios populares, altos o de clases medias, los feudos de un puntero o “referente”. El mapa de la provincia de Buenos Aires es un laberinto que los elegidos saben transitar con ojos cerrados. Cada protagonista tiene un GPS en la cabeza, aunque de alcance limitado. La competencia de la mayoría se confina en el partido que habita. Los más sonados se proyectan a la provincia toda. “Ascender” a lo nacional le cabe a muy pocos, el gobernador Daniel Scioli el primero.
“Daniel” se mueve a su modo, bastante solitario. Su séquito y circuito de aliados se concentran en La Plata. Pocos intendentes, si es que los hay, se alinean con él. Acusan: el gobernador no ayuda, “juega” solo para él mismo, hace más política en los medios que con “el territorio” (imagen de simple poética usada para designar a los referentes locales). Rematan fulminando a la gestión: a su ver es mala o mediocre. La coparticipación entre provincia y municipios, apostrofan los alcaldes, no es más munificente que la de Nación-provincias.
Todo esto dicho, la dirigencia bonaerense está pendiente de Scioli, trata de traducir sus gestos, especula acerca de qué hará en los comicios nacionales. Predominan quienes suponen que no formará rancho aparte, que no armará listas alternativas como sueñan (e impulsan) sectores de la oposición y los medios dominantes.
Una regla de conducta de Scioli ha sido no romper: trepó en la escala política sin pelearse con nadie. El kirchnerismo piensa que eso es un defecto, el gobernador proclama que es una virtud y que sus enemigos son la droga y el delito. Scioli hace un culto de la no beligerancia, su primo José lo compara con Nelson Mandela, en una de las interpretaciones históricas más psicodélicas de los últimos años.
Todo peronista activo es un peronólogo. Todo bonaerense cursa una maestría como “danielsciólogo”. La mayoría cree que Scioli perseverará en lo que fue su modus operandi básico. No confrontó ni se rebeló cuando lo maltrataron siendo vice, ni cuando el escenario se ensombreció en 2008, ni cuando le pidieron ser candidato testimonial el año siguiente.
En su torno, no afirman ni niegan nada enfático (tributan a un estilo político, después de todo) pero sugieren que esta vez Scioli no admitirá quedarse muy relegado en el reparto de la lista de diputados nacionales. En 2011 le dieron migajas y, ya se comentó, no pateó el tablero.
Memoriosos de La Plata evocan que en ese momento le negaron (desde el vértice superior del poder) que su esposa, Karina Rabollini, estuviera tercera en la boleta respectiva. Ahora, chimentan, la ecuación puede invertirse: el kirchnerismo duro insinúa sumar a la primera dama provincial para involucrar a Scioli, sin darle mucho espacio más. Una prueba de amor, digamos.
Así no vale, protestan en La Plata aunque reconocen que todo lo que se conversa son especulaciones, dibujos, virtualidades.
“¿Para qué van a romper si nunca lo hicieron y les fue bien?”, analiza un varón del conurbano, macizo y agudo él. El plural entrevera a Scioli y a Massa, ahora intendente de Tigre.
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Parecidos pero con diferencias: Massa se parece mucho a Scioli, a trazos gruesos. Cuenta con una ventaja táctica nada menor: al gobernador, si aspira a ascender en 2015 sólo le queda enfilar hacia la presidencia.
Massa puede escalar a la gobernación, un destino cuesta arriba pero más de cabotaje. La diferencia de edad es otro factor digno de mención: Massa tiene cuarenta años, mucho tiempo por delante. Scioli ya cumplió 55 añitos.
“Massita se reúne con todos”, dicen, si no todos, muchos de los actores de este relato. “Le dice a cada uno lo que el otro quiere oír”, simplifica, sin atisbo de escandalizarse, un referente de un movimiento social kirchnerista, situado bien a la izquierda de Massa (lo que no es tan difícil).
Massa sería, entonces, una suerte de Zelig conurbano, de una clase media no muy refinada, con pocos complejos, sin pudor por vivir bien. Un cultor de la política sin desbordes verbales, de la palabra-clave “gestión”, con un estilo cool que tiene su dosis de ideológico.
En la maraña de promesas o medias palabras sus interlocutores traducen que el tigrense quiere promover que el FpV tenga competencia interna en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que deben ocurrir en agosto. Alega que se tiene fe para ganarle a cualquiera, incluida la ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner.
Si se diera esa redoblona podría quedar en un sitial notable. Vencer al kirchnerismo con sus propios colores y quedar posicionado para una eventual secesión futura o para seguir en la escudería K, según le pinte o convenga. Si se desmalezan detalles, ese fue el derrotero de Scioli. Claro que sin confrontar, menuda diferencia.
El problema imponente para el plan de Massa es que todo indica que el kirchnerismo se inclinará por la lista única o cuando menos por una muy aglutinante contra la cual sea un suicidio competir. El ufano optimismo de Massa es casi imposible de compartir o de contagiar. Tal vez se trate de un rebusque para negociar espacios “por adentro”.
Así las cosas, Massa puede esperar su tiempo, no lanzarse con todo. E ir haciendo pie en las elecciones distritales en las que las listas crecen como hongos. Nada lo apura, salvo el pressing de los medios dominantes.
Agencias encuestadoras y ciertos medios le atribuyen un altísimo nivel de imagen positiva, potenciado por un formidable porcentaje de conocimiento público. Es arriesgado discutir con expertos pero cuesta un cachito creerles. Los intendentes son taitas en sus fronteras, que “alambran” con tesón y fiereza. Los cercos dificultan mucho que los desalojen del poder o incursionen en su terreno pero también obstan a que salgan del campo propio. Hasta entorpece la visibilidad desde afuera.
Claro que Massa es muy vivaracho para hacerse ver. Megaencuentros de tenis, presencia activa cuando juega Tigre y difusión mediática por doble vía. Una es la más convencional: reportajes cariñosos, muchos concretados mientras Roger Federer se luce en los courts de Tigre.
La otra es la propagación de logros de cámaras de seguridad de su distrito, presuntamente híper eficaces, la panacea en la lucha contra el delito. Los hechos se difunden en formato noticioso aunque tienen olor a “chivo” encubierto. Canales de cable muy atentos divulgan el arresto de un arrebatador o la llegada policial tempestiva para separar a dos pibes pasados. El relato y las imágenes describen una epopeya, transforman escenas triviales en un curso sobre cómo debe gerenciarse la seguridad.
Massa no es, para nada, el único intendente que se vale de esos recursos. Es habitual ver, camufladas en los informativos, carreras de autos antiguos, recitales masivos, cine a cielo abierto promovidos por los alcaldes. Estos describen las virtudes de la convocatoria, siempre ligada a “la familia”, el rescate de nobles tradiciones y, ya que estamos, la contención de los jóvenes. Difícil es ponderar la eficacia de tales mensajes, lo cabal es que son muy utilizados.
Massa no goza del favor de la Casa de Gobierno. Dirigió la Anses, Cristina Kirchner lo nombró jefe de Gabinete, cargo del cual lo despidió muy defraudada. Desde entonces, primó la distancia. Testigos presenciales cuentan que durante el sepelio del ex presidente Néstor Kirchner la Presidenta trató muy fríamente al intendente cuando éste se acercó a saludarla.
Con esas referencias, sus pares imaginan que hay una linda chance para que el candidato a gobernador del FpV en 2015 sea alguien menos vistoso que Massa pero mucho más “del palo”. Lo que cabildea cada uno de ellos con sus allegados cercanos es si ir de candidato a diputado catalizaría ese objetivo o lo complicaría.
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Por DIEGO MAGNANI ( Portal de Noticias REALIDAD BAJO SOSPECHA)
Sergio Massa: el juego del misterio y sobrevaluación política
El intendente de Tigre, Sergio Massa, continúa, por estas horas, jugando al misterio.
Al tiempo que crecen las dudas respecto de una eventual candidatura para representar a la provincia más importante del país en el Congreso Nacional, crece su figura en términos políticos. La certera presión que ejercen dirigentes de todo tenor, para que el ex titular de la ANSES exprese públicamente la tan esperada decisión de, finalmente, competir electoralmente en el 2013, desvela a propios y extraños.
La especulación en relación a la posible candidatura a Diputado Nacional de Sergio Massa no es una cuestión menor: el hombre se erige como 'el candidato' y su irrupción en el adormecido escenario bonaerense -sin nuevas figuras clave para pelear liderazgos serios y a largo plazo en el peronismo- genera una enorme ansiedad entre la mayoría de los dirigentes y militantes que ven en él la salvación de sus propios intereses, también es cierto que muchos de ellos aún creen que un proyecto colectivo debe estar por encima de cuestiones personales.
Esta es la ansiedad disimulada, que oculta el nivel de 'miserabilidad' de algunos y las falencias de la mayoría: necesitan un candidato que les garantice el camino al triunfo y una nueva posición política que les permita construir alternativas reales de poder, de cara a la sociedad.
En este marco, debiéramos analizar concienzudamente que es en realidad, lo que la figura de Sergio Massa le ofrece a la sociedad; no solo a la política en términos puros.
La primera respuesta que podemos escuchar no se hace esperar: "la gestión en el municipio de Tigre como modelo a exportar". Aquí debemos detenernos.
Tigre cuenta con un millonario presupuesto y goza de las particularidades de un distrito de la zona norte. ¿Puede ser aplicable, por ejemplo, a los distritos de la zona sur o a la provincia interior?
Algunos lo creen posible y otros ya hablan de una sobrevaluación política del "tigrense", aún antes de que dé el primer paso en la dirección que todos esperan: el anuncio de su candidatura y el comienzo de un nuevo liderazgo que lo deposite -finalmente- en lo más alto de la política.
Ahora bien, parece ser que el principal mérito de la gestión de Sergio Massa es su tan publicitada política de seguridad y su flamante centro de monitoreo que permite, cámaras mediante, tanto prevenir como reprimir rápidamente el delito y tener controlado su distrito. Pero, más allá de esta cuestión, se puede observar un intenso trabajo con la comunidad en diversas áreas, que también son traducibles a ejemplos a seguir.
Las primeras preguntas obligadas para dejar abierto el debate son las siguientes:
¿Es capaz Massa, de responder cómo comenzamos a resolver los problemas graves de la provincia a partir de sus supuestas dotes como dirigente?
¿A la pobreza estructural de la que "goza" Buenos Aires, el intendente de Tigre piensa filmarla?
¿En términos de inclusión, a las diferentes variables que constituyen el delito, como la marginación y la insoportable desigualdad que expulsó y expulsa personas que ya no alcanzan la condición de ciudadanos, también les va a poner una cámara de seguridad?
¿Se puede presumir a Sergio Massa, como un valiente defensor de los intereses de la provincia, para pelear con fiereza la discriminación fiscal que sufrimos y que genera la mayoría de nuestros problemas, si forma parte en términos formales del kirchnerismo?
Las respuestas las dará el tiempo, sin duda, deberemos también esperar para conocer si Massa es finalmente candidato 'por fuera' del kirchnerismo y 'rompe', para complacencia de su tropa, generando una alternativa que permita la construcción de otro liderazgo que sortee el cerco K o si llegada la hora, el hombre es el candidato del Gobierno y espera el 2015 sentado en la comodidad de una banca oficialista.
Ambos caminos están minados para el intendente de Tigre.
Si es el candidato del Kirchnerismo -lo cual uno podría asegurar después de los elogios desmesurados de la ultra-oficialista Diana Conti sobre la gestión que encarna Massa- la mayoría de los que hoy lo acompañan van a tener certeza de que es el momento de buscar nuevos caminos, tanto por convicción como por el enorme rechazo que generan en el universo K.
Si finalmente, Sergio Massa "rompe" y juega "por afuera" como todos esperan y si incluso triunfa electoralmente, le quedarán innumerables bancas en todos los niveles; municipal, provincial y nacional, pero también, una interminable duda: será un nuevo opositor 'esmerilando' un Gobierno que concluye y no tendrá herramientas para dar las respuestas que la gente espera de él ya que los legisladores tan sólo sancionan leyes.
No sería descabellado pensar que la comodidad de la zona norte y la 'vidriera nacional' que le proporciona ser intendente de Tigre, sean el único lugar en el que uno podría seguir encontrando a la figura política del momento. Los especuladores y los tibios rara vez han llegado a ser gobernador o Presidente.
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